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Channel: Cádiz Gusta -Revista de Activismo Gastronómico
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Quiosco Bar EL RINCÓN DE ESTEBAN (Cádiz)

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Visitamos el Quiosco Bar El Rincón de Esteban, regentado por Esteban Piñero, con una muy agradable terraza en los Jardines Cinco Continentes, en la avenida Juan Carlos I, en Cádiz. Está abierto desde principios de diciembre del 2015. Hacen una cocina sencilla, muy honesta, con buenos ingredientes frescos.

Pedimos este Pulpito frito, entre las especialidades del día (fuera de Carta):

Probamos su Ensaladilla de pulpo:

Luego, Atún encebollado:

Seguimos con Solomillitos de cerdo en salsa Roquefort:

Terminamos con este clásico Serranito:



Bar El Tapeíto (San Fernando)

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Visitamos el Bar El Tapeíto (c/ Cayetano del Toro, 4), en San Fernando. Con aspecto de mesón castellano, especializado en carnes, es un buen lugar para tapear en plan clásico, con buena relación calidad-precio. Suele estar lleno y el espacio es estrecho entre mesas, pero está bien organizada la espera y, ya sentados, el servicio es rápido y eficiente.

Empezamos con una tapa de estas Bombitas picantes (también las tienen suaves):

Seguimos con Alcachofas al ajillo:

Continuamos con esta Presa ibérica al queso viejo:

Solomillo al picoteo (salsa especialidad de la casa):

Brownie con helado:













Borreta alicantina

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La borreta es un plato muy popular del interior montañoso de la provincia de Alicante, especialmente de la comarca de l’Alcoià-Comtat, ubicada en las laderas de la Sierra de Mariola. Es receta de invierno, con patatas, ñoras secas (a veces, también tomates secos) y verduras de temporada (acelgas o espinacas), que acompañan a algún pescado de salazón, hoy mayoritariamente el bacalao, pero también la melva salada o incluso, en las comarcas costeras, la sepia fresca. Aunque se consume a diario también la encontramos entre los platos navideños de aquella provincia levantina. La receta tiene dos grandes variables, según se pongan a cocer juntos todos lo ingredientes, o empiece con un sofrito de ajo y pimiento seco (que es la receta que he preparado), parecido al que se usa en otra receta de Alcoy, la pericana, con bacaladillas secas o capellanes.

Desalamos un par de trozos de bacalao durante un día, cambiando el agua cada seis horas. Cocemos al vapor, un minuto, como medio kilo de espinacas. Cortamos en rodajas un kilo de patatas y las dejamos en agua para que pierdan almidón.

Hacemos un sofrito de 4 o 5 dientes de ajo y un par de cucharadas de carne de pimiento choricero (un puré ya preparado; lo tradicional es usar un par de ñoras secas, que se hidratan en agua caliente y se les raspa su carne, desechando la piel).

En ese sofrito rehogamos las patatas para que cojan ese sabor.

Cubrimos con agua y dejamos cocer hasta que estén tiernas las patatas, unos treinta minutos. Añadimos las tajadas de bacalao desaladas y dejamos cocer unos cinco minutos más.

Añadimos las espinacas cocidas y dejamos hervir un minuto.

Terminamos cuajando un huevo por comensal.








El desaparecido Puesto 36, peruano en Madrid

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Es una pena hacer la crónica de un local cerrado, pero en esta ocasión queremos dejar constancia de un lugar que nos encantó en nuestra única visita, muy corta y quedando en volver, porque aprendimos mucho de la cocina peruana con Edu Ferré, chef del espléndido Puesto 36, en el madrileño Mercado de Maravillas (c/ Bravo Murillo, 122, metro Cuatro Caminos). Ahora buscan nuevo local, ya con horario más amplio, y no sujeto al del mercado. Les deseamos lo mejor.


En el ambiente informal que favorece comer en el mostrador lo que acaba de prepararse ante nuestros ojos, dialogamos entonces con otros comensales, trabajadores peruanos también que vienen a comer expresamente aquí, porque les recuerda a su casa. Uno nos dice: "es lo más parecido a como comemos en Perú, al sabor auténtico de lo de allí". Así que, por ese encanto de la comida, nos traslada -nos dicen- al ambiente y los gustos del Mercado Central de Lima o al de Surquillos. Algunos "insumos" (ingredientes) los trae directamente desde su país. No pudimos probar su Papa rellena, su especialidad en el restaurante que antes regentaba Edu Ferré en Perú, y que llevó a Mistura, la Feria Gastronómica Internacional de Lima.


Empezamos con un aperitivo de Alitas de pollo con una salsa picante:


Probamos su Causa Limeña (capas de puré de papas con ají amarillo, con aguacate, tomate y un relleno de atún con mahonesa).


Terminamos con este Ceviche Carretillero (el nombre proviene de su venta ambulante en carretillas). Es un ceviche mixto que, junto al clásico de pescado macerado en lima, cilantro, ají lima y cebolla roja, lleva también chicharrón (frito) de calamar o pota. Se acompaña de guarnición de cancha (granos de maíz amarillo tostado en aceite o manteca), choclos (granos de una mazorca lechosa de maíz cocida).







Tortitas de mejorana y cebolleta

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A partir de esta receta de Tortitas de espinacas, publicada en El Comidista a partir de una receta de Yotam Ottolenghi, hemos realizado nuestra particular Tortita de mejorana, donde todo el protagonismo recae en esta deliciosa hierba aromática, tan habitual en el recetario campogibraltareño. Es habitual encontrarla fresca en el mercado de abastos de Algeciras. La he visto también, ya en macetas, en los alrededores de los mercados de Jerez o de Puerto Real, por lo que muy probablemente pueda encontrarse en los de otras poblaciones gaditanas.

Empezamos preparando la gachuela para freír, una papilla ligera hecha con 90-95 gr de harina de trigo (podemos probar con otras harinas), 160 ml de leche (170 gr), media cucharadita de levadura química Royal, un huevo, 20 ml de aceite de oliva virgen extra (20 gr), una cucharadita de comino y media de sal. Lo mezclamos todo, con batidora o un robot de cocina, hasta que no queden grumos. Utilicé Thermomix (por eso pongo el equivalente de cada ingrediente en peso), a velocidad progresiva 5-7-9, durante un minuto, temperatura ambiente.

Utilizamos sólo las hojitas de mejorana, desechando los tallos. Cortamos como medio vasito y lo añadimos a la masa para freír, junto a cuatro cebolletas frescas, cortadas a trozos. Mezclamos a mano, o en Thermomix (medio minuto a velocidad 4).

En una sartén antiadherente, ligeramente untada con aceite, ponemos cucharadas de la masa. Cuando estén cuajadas de un lado (aproximadamente 20-30 segundos), les damos la vuelta, y las hacemos por el otro lado.

Estas son las Tortitas ya terminadas. Se toman solas o acompañadas de alguna salsa (por ej. de yogur con comino o con tzaziki), o también les viene bien un poco de queso fresco o de requesón.






Restaurante Raíces, un gran peruano en Sevilla

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Visitamos el restaurante Raíces (c/ Juan de Zoyas, 5), la propuesta personal que el chef peruano Danny Cárdenas abrió hace cinco años, después de su paso exitoso por el histórico Nazca, entre otros (Komo, Antojo o Nikkei). Raíces se define como cocina novoandina, con base en la cocina tradicional prehispánica peruana, de más de quinientos años, y fusiones más recientes de cocina chifa o nikkei. En el mismo local hay una barra cevichería y de elaboración de cócteles.

Estos son los platos que probamos (fotos de Mercedes Ruiz).


Ceviche con Sentimiento y leche de tigre de rocoto (corvina, cilantro, zumo de lima, cebolla morada, ají limo, canchita -maíz amarillo dorado en manteca o aceite- y crema de rocoto):

Tartar de atún con helado de lima (atún cortado en dados, aguacate, cebolla china -cebolleta-, tomate, pepino, soja, choclo -maíz blanco cocido- y aceite de sésamo)

Tataki de atún frío con vinagreta de frutos Amazónicos (lomo de atún sellado acompañado de vinagreta de frutos tropicales, ají amarillo y Pisco):

Maki acevichado con emulsión de leche de tigre (roll de arroz japonés con alga nori relleno de queso crema, aguacate y pescado, rebozado y napado con emulsión de leche de tigre):

Por las Causas del Perú (tres causas de papa y ají con sabores de la costa, sierra y selva):

Chicharrón marinero de esquina (mezcla de pescados, moluscos y mariscos macerados en insumos peruanos, acompañado de salsa criolla y crema)

Coulant de chocolate andino (bizcocho con interior de chocolate fundido):

Pie de lima (tarta con relleno suave de zumo de lima y merengue). Se acompaña de helado de mandarina.












Pargo con espárragos y alcaparras, receta del Cádiz de las Cortes

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Tal día como hoy, 19 de marzo, se proclamó la Constitución de Cádiz de 1812, La Pepa, por ser el santo de Pepes y Pepas. Para recordarlo, traemos aquí una de las recetas de aquel Cádiz de principios del XIX, recogidas en el libro Las Recetas Gaditanas del Doce (Diputación de Cádiz, 2011), ya agotado, de Manuel Ruiz Torres, Mercedes López Pérez y Carlos Goicoechea Sancho.



Aunque ambas plantas ya se cultivaban, y de este origen son las que entraron en Cádiz durante el asedio, este uso conjunto en una misma receta tiene su origen rural en el aprovechamiento de esos dos productos cuando, silvestres, se recolectaban de los campos por la misma fecha, entre los meses de febrero y marzo. En aquella época se consideraba que los espárragos y las alcaparras tenían las mismas propiedades digestivas, con efectos aperitivos (estimulantes del apetito) y diuréticos. En la edición que hizo, entre 1818-1819, la Real Sociedad Económica Matritense completando con los conocimientos de la época el libro Agricultura General, que escribió Alonso de Herrera en 1513, se cuenta que también se comían los tallos tiernos del alcaparro: “Antes que echen las cabezuelas cuando tienen los tallos tiernos, son buenos de comer como espárragos”.

Receta: Pargo con espárragos y alcaparras
(Elaborada por Mercedes López Pérez y Carlos Goicoechea Sancho, profesores de la I.P. Fernando Quiñones de Cádiz).



Ingredientes:
4 pargos de ración, 200 gr. de espárragos verdes, 2 cebollas, 100 gr. de alcaparras, perejil, hierbabuena, pimienta molida, aceite de oliva virgen, un chorreón de zumo de naranja agria y sal.

Elaboración:
Limpiar el pescado y reservar. Tronchar los espárragos desechando la parte más dura del tallo, y cortar el resto en trozos de dos centímetros aproximadamente, picar finamente la cebolla, las alcaparras, el perejil y la hierbabuena. Cubrir el fondo de una cazuela con todo lo picado, colocar encima las piezas de pescado salpimentadas, regar con un buen chorreón de aceite y tapar completamente. Cocer a fuego lento durante 20 minutos aproximadamente. A media cocción le añadiremos el zumo de naranja agria [si no se tiene, sustituir por una mezcla de zumos de naranja y limón] y un poco de agua si fuese necesario.

Sardinas rellenas a la marroquí

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Damos la receta de unas sardinas rellenas como se hacen en el norte de Marruecos, cocinadas por Marta. Utiliza como relleno una chermoula, una salsa más o menos picante de hierbas aromáticas y especias que suele emplearse para marinar pescados y mariscos en las cocinas del Magreb. Aquí le damos un uso diferente, como relleno. Cambiando los ingredientes, recuerda el origen andalusí de la receta de los boquerones rellenos, muy popular en la cocina campogibraltareña.

Empezamos por limpiar las sardinas y dejarlas en filetes, quitando la cabeza, cola, tripas y espina central. Las dejamos desangrar en agua muy fría.

Se prepara el relleno con un par de dientes de ajo, una cebolleta verde, hojas de perejil y de cilantro (si nos gusta y lo tenemos), todo muy picado. Se le añade [dependiendo de lo picante que nos guste, aumentar o bajar las cantidades], media cucharadita de comino molido y de pimentón dulce, una punta de cayena molida y otra de pimienta blanca; se liga todo con una cucharadita de aceite de oliva virgen extra y otra de zumo de limón.


Se pone un poco de este relleno entre dos filetes de sardina, se enharinan y se van friendo por los dos lados. Eliminar exceso de aceite dejándolas sobre papel absorbente.


Gurullos con alcauciles y gambones

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Estas pequeñas pastas con forma de granos de arroz reciben distintos nombres: orzo, risoni (Italia) o kritharaki (Grecia). Las llamamos aquí con su nombre de gurullos, que es como se conocen tradicionalmente en Almería y Murcia, donde aún son plato tradicional herencia de la cocina andalusí.


La pasta que utilizamos para esta receta es de la marca Marrakech, de elaboración marroquí, llamadas allí lssane ter, o también "lenguas de pájaro", y son empleadas habitualmente en la preparación de sopas, como la sustanciosa Chorba. Pueden usarse en sustitución del arroz en recetas donde éste deba quedar suelto.

Empezamos sacando las cabezas y pieles de los gambones, que ponemos a cocer durante veinte minutos en agua. Reservamos las colas limpias. Colamos el caldo de gambones.
Aparte, limpiamos las alcachofas, eliminando sus hojas y puntas más duras. Las cortamos por la mitad. Se cuecen en agua (diferente a la de los gambones) durante veinte minutos. Se escurren y se reservan.


En la misma sartén donde vamos a hacer los gurullos, echamos un chorreón de aceite de oliva virgen extra y rehogamos unos segundos, sólo que cambien de color, las colas de los gambones. Retiramos y reservamos.


En ese mismo aceite sofreímos, junto a una guindilla entera con sus semillas, una cebolleta, un diente gordo de ajo, un puerro y medio pimiento rojo, con todas las verduras muy picadas. A los cinco minutos añadimos una cucharada de tomate concentrado, o si no se tiene, un tomate rojo, también picado menudo. Dejamos rehogar todo otros cinco minutos. Añadimos entonces el caldo de gambones (para dos personas, añado dos vasos de agua de caldo de gambones). Dejo cocer a fuego muy suave unos cinco minutos. El calor debe ser tan suave que apenas pierda vapor.


Añadimos ahora la pasta (para dos personas, lleno con la pasta un vaso de agua). Dejamos cocer diez minutos. Si queremos la pasta más al dente, cocerla sólo ocho minutos.


Cuando falten cinco minutos ponemos las mitades de las alcachofas. Cuando falten dos minutos, colocamos los gambones, cortados en dos. Al terminar, tapamos la sartén y dejamos reposar dos minutos más.









Trinxat de col y patatas

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Realizamos este Trinxat (trinchado, partido), una receta tradicional en las comarcas pirenaicas catalanas de Cerdanya y el Alt Urgell, así como en el principado de Andorra. Cocina contundente que aprovecha dos productos baratos y de buena conservación, las coles de invierno y las patatas.

Para preparar la receta necesitaremos una col pequeña, un par de patatas medianas, cuatro dientes de ajo, algunas lonchas de beicon y aceite de olivas virgen extra.

Empezamos quitando las hojas más externas de la col. Cortamos el resto, blanco, en cuatro partes y tronchamos las patatas peladas. Cubrimos toda esta verdura con las hojas verdes que habíamos reservado. (Estas hojas no las utilizaremos en esta receta, sino que las guardaremos para aprovecharlas en otra preparación, por ejemplo unos paquetitos de col rellena). Ponemos a cocer las verduras. Lo hice en olla a presión, en unos 6 minutos. Si se quiere hacer a fuego abierto, tarda unos treinta minutos.

Escurrimos muy bien la parte blanca de la col y las patatas (esto es muy importante para que luego cuaje bien). En un recipiente picamos (trinchamos) toda la verdura, que queden en trozos medianos o pequeños. Yo utilizo una espumadera metálica.

En una sartén antiadherente ponemos un chorreón generoso de aceite de oliva virgen extra y freímos ahí unas lonchas de beicon (panceta ahumada). Las retiramos cuando estén bien crujientes y las reservamos. En esa misma grasilla sofreímos cuatro dientes de ajo, muy picados. Antes de que lleguen a dorarse, se los echamos, junto con el aceite donde frieron, a la mezcla de col y patata. Mezclamos bien y ponemos todo en la sartén.

Dejamos a fuego medio, que vaya perdiendo humedad, hasta que quede casi seca. Nos podemos ayudar con una cuchara o pala de madera, llevando la verdura hacia el centro de la sartén y aplanando, para que salga el vapor por los lados. Puede tardar bastante. Yo la dejo unos quince minutos por un lado, le doy la vuelta con un plato y la dejo otros quince minutos por el otro. Debe quedar consistente como si fuera una tortilla.

Ya terminado el Trinxat, en el plato de servirlo, le ponemos por encima las lonchas de beicon fritas.









Zanahorias aliñás

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Damos nuestra preparación de las zanahorias aliñás.


Empezamos por cocer las zanahorias, enteras y peladas, durante 15 minutos. Deben quedar tiernas pero bien enteras. Si gustan más blandas, cocer unos 20 minutos, no más. Cortar en rodajas gruesas cuando estén tibias y poner en un recipiente de vidrio que podamos tapar.

Majamos en un mortero, añadir cuatro dientes de ajo, una cucharada (tamaño sopa) de sal, otra de cominos molidos, media cucharadita (tamaño café) de pimentón dulce y otra media de picante (utilicé mezcla de especias marroquí Harissa, muy picante pero deliciosa). Diluimos la pasta formada con una mezcla de 250 ml de vinagre de vino blanco y 250 ml del agua donde cocieron las zanahorias.

Le echamos el majado y el resto de la mezcla de vinagre y agua de cocción a las zanahorias que ya teníamos cortadas en rodajas. Añadimos un par de cucharadas de orégano. Aquí tuve la suerte de disponer de un fantástico orégano silvestre en rama, que me regaló Paco Vázquez de su verdulería frutería del mercado de abastos de Conil. Una de las visitas imprescindibles cuando podamos volver a esa ciudad maravillosa de la costa gaditana.

Debemos dejar macerar todo junto en la nevera al menos un día entero, para que se mezclen todos los sabores y las zanahorias cojan su aliño.


Paquetitos de col rellenos de quinoa y chorizo

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El uso de las hojas de col para hacer paquetes rellenos de carne, verduras o cereales son muy populares en medio mundo (Farcellets, Sarma, Malfut Mahshi o Niños Envueltos, entre otros). En esta receta aprovechamos las hojas más exteriores de una col, que suelen ser más duras que las blancas interiores, que utilizaremos para otras preparaciones, como este Trinxat de col y patata que hicimos hace unos días. Usé col rizada pero puede hacerse con berza o con repollo de hoja lisa. Con esas hojas externas de la col realizaremos unos paquetitos que rellenaremos, en este caso con quinoa y chorizo, aunque pueden hacerse también de arroz o hacerse veganas empleando sólo hortalizas, sin nada de carne.

Empezamos por cocer las hojas de col enteras, al vapor y en olla a presión durante seis minutos. Deben quedar enteras pero flexibles.

Cocemos la quinoa un par de minutos menos del tiempo que indique la marca que usemos, para que quede un poco entera. En este caso la cocí durante 15 minutos. Escurrirla del agua de cocción.

Preparamos un sofrito, en aceite de oliva virgen extra, de cebolla fresca, par de dientes de ajo, un trozo de pimiento rojo, la parte verde de un puerro, una cayena y algunos champiñones (usé los que tenía, en conserva). Dejamos sofreír todos los ingredientes, bien picados, unos cinco minutos. Ahí mismo rehogamos un chorizo desmenuzado y añadimos un tomate rojo troceado (o un par de cucharadas de tomate triturado en conserva). Dejamos hacer otros cinco minutos.

Añadimos la quinoa escurrida y removemos a fuego muy bajo durante un par de minutos, para que coja los sabores del sofrito.

Ponemos un poco de la quinoa y del sofrito en el centro de cada hoja de col.

Hacemos los paquetitos, cerrando primero los laterales hacia el centro y enrollando después desde la parte más blanda de la hoja a la más dura (nervio central).

Se ponen en una bandeja de horno, con la parte del nervio más gruesa boca abajo.

Los terminamos de hacer en el horno precalentado a 180 ºC durante 10 minutos.

Éste es el resultado final en el plato. En esta ocasión no añadimos ninguna salsa, pero a estos rollitos de col le van bien una sencilla salsa de tomate frito o una salsa blanca de setas (que pueden ser de lata o mejor aún secas, que habría que hidratar antes), con una receta tan sencilla como rehogarlas en aceite oliva virgen extra con un poco de cebolla picada, terminándolas con un poco de vino fino o manzanilla hasta evaporar y un chorreón final de nata ligera para ligarlo todo).

















Berenjenas rellenas de carne

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Preparamos unas Berenjenas rellenas de carne. Un plato tan antiguo en nuestra cocina que ya aparece en el recetario andalusí de Ibn Razín, en el siglo XIII, entonces con unos rellenos muy especiados que podían ser de pan rallado y huevo batido, de yemas cocidas o, como en esta receta, de carne picada de carnero o vaca. Ya usaban el queso seco, rallado como si fuera polvo, para darle mejor sabor a las berenjenas. (Plato cocinado por Marta S.)


Empezamos por cortar a lo largo las berenjenas en dos mitades. Les hacemos con el cuchillo unos cortes diagonales sin llegar a romperlas, y las rociamos con un chorreón de aceite de oliva virgen extra. Las asamos en el horno precalentado a 180 ºC unos 20 minutos. Con una cucharilla sacamos su carne, que reservamos, dejando las medias mitades con su piel, como barquillas, que es lo que rellenaremos.

Aparte, preparamos un sofrito de un par de dientes de ajo, una  cebolla, la parte verde de un puerro y medio pimiento rojo, todo troceado y añadidos por ese orden. Cuando todo esté pocho añadimos´la carne de las berenjenas asadas, removemos un minuto e incorporamos 125 gr (lo que en Cádiz llamamos un octavo) de carne picada de ternera, rehogando y desmenuzando la carne durante un par de minutos. Cuando haya perdido el color de carne cruda añadimos dos o tres tomates triturados (media lata si usamos en conserva), dejamos sofreír durante unos 20 minutos. 


Rellenamos las mitades de las berenjenas con esta mezcla sofrita.

Aparte, preparamos una bechamel suave con 300 gr de leche desnatada, 30 gr de harina de repostería, 15 gr de mantequilla, una cucharada de aceite, nuez moscada, pimienta blanca y sal. Yo utilicé Thermomix TM21 (7 minutos, temperatura 90 ºC, velocidad 4). Si la hacemos a mano, con las mismas cantidades, preparamos primero un roux, fundiendo las dos grasas en una sartén y añadiendo la harina, removiendo con cuchara de madera hasta que la pasta quede ligada. Vamos añadiendo ahora la leche caliente (pero que no hierva), muy poco a poco, y removiendo ahora con unas varillas.

Cubrimos las mitades de berenjenas, ya rellenas, con esta bechamel. Añadimos, a nuestro gusto, queso rallado para gratinar.

Ponemos a gratinar en horno precalentado a 200 ºC, posición gratinado, durante unos 7-8 minutos, según nos guste el tostado final.

Aquí las berenjenas rellenas, ya en el plato:




Cancha serrana (maíz tostado)

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Vamos a preparar una guarnición -usada también como tentempié- muy frecuente en las cocinas andinas, el maíz tostado, que se nombra de diferentes maneras según el país latino: cancha o cancha serrana, en Perú; maíz capia en Colombia; tostado en Ecuador. 

Este es el resultado que obtendremos:

La variedad de maíz más usada para tostar es el chulpe, un grano de los valles andinos, amarillo y alargado que, con el calor, revientan por dentro, en vez de hacia afuera como las palomitas. Usé el que comercializa Goya.


Vamos a preparar 150 gr de cancha o maíz tostado. Empezamos por poner los granos en agua durante unos 30 minutos. La intención es que se hidraten un poco y luego no se quemen al tostarse.


En una olla alta ponemos los granos, ya escurridos, sin nada más. La ponemos al fuego medio, con la tapadera de la olla puesta para que no quemarse cuando empiecen a saltar. Para que se tuesten por todos los lados, levantamos la olla tapada del fuego y la vamos removiendo, haciendo círculos, volviéndola a poner otra vez al fuego. De vez en cuando, con mucho cuidado, podemos remover los granos con una cuchara de madera. Así los tendremos unos 5 minutos. Oiremos cómo van explotando los granos dentro de la olla.

Añadimos entonces tres cucharadas de aceite de girasol (u otra vegetal de sabor suave). Seguiremos removiendo como antes, fuera del fuego, con la olla tapada haciendo círculos para que se volteen bien todos los granos. La tendremos tostando otros 15 minutos más, dependiendo del fuego y de cómo nos guste de tostado el maíz.

Sacamos y ponemos a escurrir los granos sobre papel de cocina, para que quede menos graso. Salamos con generosidad entonces, en caliente, mezclando bien los granos de maíz.





Falso ceviche de berberechos de lata

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Un ceviche (falso) para iniciarse en esta técnica de cocción con cítricos, tan cercana a las que por aquí hacemos de boquerones en vinagre, o los italianos alici marinate (anchoas con limón, ajo y perejil). Y nada mejor para hacer algo nuevo que seguir la bibliografía. Seguimos aquí la receta de Falso ceviche de berberechos publicada en El Comidista, con pequeñas adaptaciones en la "leche de tigre" con la que lo aliñamos.


Como curiosidad, "leche de tigre"  es como llaman los peruanos al jugo blanquecino (como leche) que se forma al marinar los pescados en jugo de limón criollo (lima en España) y otros ingredientes. A diferencia de éste, la "leche de pantera", de color negro, es el jugo resultante de ese mismo marinado pero con conchas negras, no pescado. Antiguamente estos marinados se hacían durante muchas horas, pero en la actualidad gusta un marinado muy corto, de segundos o pocos minutos, por lo que es necesario preparar previamente la leche de tigre y añadirla en el último momento.

Preparamos nuestra "leche de tigre" siguiendo la receta que publicó el espléndido blog Gastronomía&Cía, también con muy ligeras variantes (no añadimos ningún trozo de pescado crudo ni hielo, aunque añadimos todos los ingredientes muy fríos, directamente de la nevera). Ponemos en el vaso de la batidora 60 gr de lima, 60 gr de limón amarillo, 60 gr de un fumet elaborado cociendo las cáscaras y cabezas de unos gambones (usamos el resto para otra preparación, un arroz o unos fideos marineros), un trozo de apio verde, un cuarto de cebolla roja, cucharadita de sal, un puñadito de hojas de cilantro y un par de cucharaditas de Ají Limo (que nos trajeron de Colombia Pilar y Juan Antonio, nuestros amigos del blog Tubal). Batimos todo y reservamos en el frigorífico.


Escogemos una lata de berberechos de buen tamaño (en casa sólo teníamos del calibre medio) y colamos el jugo que trae esa lata. A ese jugo de berberechos le añadimos doble cantidad de la leche de tigre que teníamos reservada. (Esta proporción es al gusto de cada casa, según guste más o menos picante se añadirá más o menos leche de tigre).

En un plato hondo (los ceviches se comen con cuchara, aprovechando todo el caldillo que llevan), ponemos media cebollas roja cortada a pluma, una zanahoria rallada, medio aguacate troceado, cinco o seis tomatitos cortados por la mitad, unas cuantas hojas picadas de cilantro fresco y los berberechos escurridos. Añadimos la leche de tigre mezclada con el jugo de la lata y removemos. Comemos al momento.


En esta ocasión lo acompañamos de batata (camote) asada al horno y de Cancha serrana, maíz tostado. Es una guarnición ahora habitual pero sólo empezó a utilizarse a partir de mediados de los años cincuenta del siglo XX. Cuenta el peruano Ciro Watanabe, chef del Osaka, entre los 50 mejores restaurantes de America Latina 2019, que por esos años creció la inmigración de población indígena de la sierra andina a la costa limeña, y a los platos que se encontraron les incorporaron sus guarniciones tradicionales de papas, camotes, cancha y maíz mote (grandes granos de maíz blanco cocidos).




Conserva de melva en aceite de oliva virgen extra

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Utilizamos una melva, que nos había limpiado en dos lomos el pescadero del mercado de Algeciras donde la compramos. La teníamos congelada y ahora le damos uso como conserva de calidad, en aceite de oliva virgen extra. Usamos aceite de la cooperativa "Nuestra Señora de Los Remedios", de Olvera, D.O. "Sierra de Cádiz". La misma técnica puede emplearse para otras conservas de pescados, como bonito o caballas. Esta conserva la aprendimos de nuestros amigos Rosa y Chiki, del blog El vino que yo me empino, que la realizan cada temporada.


Empezamos esterilizando los botes que vamos a usar luego en las conservas. Ponemos a hervir durante 30 minutos, en dos cazuelas diferentes, los botes de vidrio y las tapas.

Mientras, ponemos a desangrar, durante 30 minutos, los lomos de la melva (o de las caballas) en agua muy fría con un chorreón de vinagre.

Vamos a cocerlos al vapor durante 30 minutos (si usamos lomos de caballa sólo 20 minutos). Utilicé el recipiente Varoma de la Thermomix, pero puede hacerse con cualquier recipiente que permita cocer al vapor. Si no se tiene, se cuecen en agua (aunque menos tiempo para que no se resequen mucho).

Estos son los lomos dispuestos para cocer al vapor, espolvoreados antes con un poco de sal y de pimienta negra:

Los sacamos, secamos sobre papel absorbente y extraemos las pieles y espinas.

Introducimos en los botes de vidrio los trozos de lomo de melva (o de caballa), lo más enteros y bonitos posibles. Cubrimos completamente con aceite de oliva virgen extra.

Cerramos los botes apretando muy bien las tapas. Ponemos los botes llenos en una olla cubiertos, al menos dos dedos por encima, de agua y llevamos a ebullición. Deben hervir otros 30 minutos.

Los sacamos y ponemos a escurrir. Si no les han entrado aire (no tienen levantada la tapa) pueden conservarse fuera de la nevera. Abiertos duran una semana dentro de la nevera.







Col china rellena de carne picada

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Seguimos con otra receta de col rellena. Tras los Paquetitos de col rellenos de quinoa y chorizo, que publicamos hace unos días, ahora rellenaremos unas hojas de col china, una verdura muy consumida en Extremo Oriente y que, desde hace unas décadas, es fácil de encontrar entre nosotros. Existen dos tipos:Pak choi,  de hojas sueltas y sabor que recuerda a las acelgas, (suele venderse con ese mismo nombre cantonés), y la Pe tsai, como una lechuga alargada, (la que más habitualmente encontraremos con el nombre de col china y es la que usamos en esta receta). Estas coles chinas tienen las hojas más finas que nuestras coles, por lo que van muy bien también en ensaladas crudas.

Éste será el aspecto final del plato (cocina Marta S.):

Empezamos cociendo al vapor un par de minutos las hojas de col china que vayamos a utilizar (en este caso, seis). Escurrimos bien y les cortamos, en uve, la parte más gruesa del nervio de la hoja, que es su parte más dura. Así será más fácil doblarlas luego para formar los paquetitos rellenos.

Preparamos un tomate frito. Partimos de un sofrito de ajo, cebolleta fresca, parte verde de un puerro y medio pimiento morrón, todo muy picado y con media guindilla, si nos gusta que pique un poco. Cuando esté transparente la cebolla, añadimos sobre medio kilo de tomate rojo cortado a taquitos (como no es temporada, pondremos una lata de tomate natural troceado, conserva de buena calidad). Añadimos una cucharadita de tomate concentrado (si tenemos) y dejamos freí unos cuarenta minutos.

Mientras, preparamos el relleno: mezclamos un cuarto de carne de ternera picada con par de dientes de ajo y manojo de perejil, ambos muy picados, y dos o tres cucharadas de pan rallado, con sal y pimienta negra molida. Ligamos toda la mezcla con un huevo batido y formamos tantas bolas como hojas de col vayamos a rellenar.

Con esas bolas de carne rellenamos las hojas de col, ya escurridas. Iremos doblando y apretando el relleno desde la punta a la base (donde estaban los nervios que cortamos en UVE) y metiendo los laterales de las hojas hacia adentro.

Dejamos el último pliegue hacia abajo, para que no se deshagan los paquetitos de col rellena.

Los ponemos en la salsa de tomate frito, y los dejamos cocinar ahí, a fuego medio, durante unos veinte minutos.

Este es el resultado, aún en la sartén:

Y aquí, ya servidos en el plato. Si los queremos como plato único pueden acompañarse de arroz cocido blanco.








Lombarda con manzana, pasas y piñones

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La combinación de la col lombarda con manzana está en la cocina alemana y la versión que con más frecuencia realizamos actualmente parece que proviene de allí. La receta del rotkohl alemán incluye esa combinación, con clavo y el añadido de un poco de vinagre que, además de aportar un apetitoso regusto ácido, fija el bonito color morado de la lombarda. Hemos encontrado la receta en un artículo de "La Ilustración artística", de 1913, donde la califica de "receta extranjera, de la cocina del Norte".

Para realizar este plato vamos a seguir, con alguna variante, la receta de Lombarda con manzana, pasas y piñones aportada por El Comidista.

Empezamos cortando en juliana muy fina las hojas de la lombarda, desechando para otra preparación el tronco y los nervios más duros.

Mientras, ponemos un puñado generoso de pasas de Corinto (o las que tengamos) a hidratarse en medio vaso de vino añejo. Utilicé un vino añejo de Serrada, vino rancio que recuerda unos tipos de vinos históricos ya mucho menos consumidos. Puede emplearse un Oloroso Seco jerezano o chiclanero.

En un poco de aceite de oliva virgen extra rehogamos una cebolla morada, cortada a pluma. Cuando esté blanda añadimos la lombarda picada y  dos manzanas (usé de la variedad Royal, rojas), peladas y troceadas en tacos grandes. Rehogamos todo durante cinco minutos.

Añadimos dos cucharadas soperas de vinagre de Jerez viejo (utilicé Vinagre Páez Morilla Reserva 25 años, una maravilla muy asequible que recomiendo siempre). Dejamos que se evapore completamente el vinagre y añadimos como medio litro de agua. Dejamos cocer durante 50 minutos.

En una sartén -sin aceite- tostamos unos piñones (empleé unos de primerísima calidad, de los pinares barbateños de La Greña, comprados en la frutería de Paco Vázquez, en el mercado conileño). Los añadimos a la lombarda junto con las pasas Corinto y el vino donde se hidrataron. Dejamos un par de minutos a fuego fuerte, removiendo, para que se evapore el líquido.

Este es el resultado final del plato:



CALABAZA Y CEBOLLA ASADAS CON SALSA TAHINI Y MACADAMIA

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Cocinamos esta receta de calabaza y cebollas asadas a la manera de Oriente Medio de Yottam Ottolengui, que conocimos a partir del artículo de Mónica Escudero en El Comidista.


Utilizamos media calabaza Potimarrón (según el tamaño), pero sirve cualquier variedad de verano, que tienen la piel más fina que las de invierno, como la Bonetera o la Cacahuete. 

Precalentamos el horno a 200 ºC. Cortamos la calabaza en gajos, con su piel, y los ponemos en una fuente para horno, junto a una cebolla dulce, también a gajos. Les añadimos aceite de oliva virgen extra, sal y pimienta negra molida. Mezclamos bien. Tapamos la bandeja con papel aluminio para que no se queme. Horneamos 35 minutos a 200 ºC, en ventilación (para que el calor del horno se reparta mejor). 


Sacamos al plato.


Añadimos un huevo escalfado (o un huevo mollet, cocido cinco minutos; o un huevo frito, según nuestro gusto).

Preparamos la salsa de tahini, batiendo tres cucharadas de pasta tahini (sésamo), dos de agua, el zumo de medio limón, un diente gordo de ajo y sal.

El picado de frutos secos que también acompaña este plato lo podemos hacer utilizando piñones, avellanas, nueces, etc. En esta ocasión empleamos nueces macadamia. Las trituramos o molemos, que queden pequeños trozos, y los mezclamos -si tenemos, o la preparamos- con zaatar, una mezcla de especias de Oriente Medio que incluye semillas tostadas de sésamo, sal, zumaque y tomillo (la original tomillo silvestre).

Le añadimos al plato, por encima, un poco de la salsa de tahini y de la picada de macadamia y zaatar. Se puede añadir también un poco de perejil o cilantro, frescos y picados.





Taberna Casa Bigote (Sanlúcar)

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Visitamos la Taberna de Casa Bigote, el primer local donde Fernando Hermoso empezó en 1951 a despachar manzanilla. Sólo a partir de 1971, ya con sus hijos al frente del negocio, empezaron a acompañar el vino con pescado frito y guisos marineros de Sanlúcar. Ahora, ya con la tercera generación, con espacio propio para el restaurante, separado de la taberna sólo por un estrecho callejón, son todo un referente de la mejor cocina del mar gaditano.

Comimos en su terraza, en mesas altas sobre barriles, con unas vistas extraordinarias al Guadalquivir, frente a Doñana.


Carpaccio de gambas blancas:

Chocos guisados:

Cazón a la marinera:

Filete de pargo con alcachofas rehogadas:









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