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Channel: Cádiz Gusta -Revista de Activismo Gastronómico
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Restaurante Café Fado La Portuguesa (Valladolid)

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El Café Fado La Portuguesa (C/ Estación, 15) es un lugar que frecuento cada vez que subo a Valladolid. Me siento siempre muy cómodo en este local que levanta y mantiene con energía mi amiga Hortensia Eulalia dos Santos, a la que muchos llaman Romy, por su antiguo nombre artístico, Romy Santy, cuando compartió escenarios con Lina Morgan o María Jiménez. Nacida en Lisboa, creció en la hermosa Costa da Caparica y, desde allí, a España, donde lleva más de cuatro décadas. Este rincón portugués en Valladolid, con mesas ilustradas con claveles, que abrió significativamente un 25 de abril, hace ya siete años, se ha especializado en bacalao, que trae desde Noruega o Islandia, con 68 recetas ya probadas, una oferta que actualiza continuamente, con dos recetas distintas de bacalao diarias. Ya le hicimos un reportaje hace cinco años y, si se compara, puede apreciarse la fidelidad de la cocina que practica, con fórmulas tan honestas como bien resueltas. Aquí se come abundante y muy, muy bien.

Empezamos con una de sus especialidades, Pulpo a la brasa, acompañado de puré de patatas a la portuguesa:

Seguimos con esta Ensalada de ventrecha de bonito, brotes tiernos y mango:

Como plato principal tomamos este Bacalao con setas y ajos tiernos:

Patra terminar, un primer postre de Mousse de aguacate (una muy agradable sorpresa encontrárnoslo en una recete dulce):

Y esta Tarta de queso:













La Punta del Sur (nueva visita), Cádiz

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Volvemos -cada vez que podemos- a este valor seguro del barrio de La Viña, La Punta del Sur (c/ San Félix, 11). Isaac Domínguez, junto a su socio Juan Carlos Marente, lidera un equipo que reboza profesionalidad y buen trato, que han conseguido que este mediano local (abierto desde 2017 donde antes estuvo La Isleta), siga en el primer puesto de preferencias gaditanas para usuarios de Tripadvisor. (Fotos: Mercedes R.)

Huevos rotos marineros (con gula y gambas):

Papas aliñás:


Boniatos bravos:


Croquetas de rulo de cabra con cebolla caramelizada:

Chocos fritos:


Filete de marrajo:


Tataki de atún:


Casi tarta de queso (crema de mascarpone, coulis de frutos rojos y crumble de canela):

Coulant de chocolate:




El Picoteo del Saja River (Cádiz)

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Este es nuestro primer reportaje sobre el muy interesante Saja River (c/ Santa Elena, 3), que hemos visitado ya cinco o seis veces aunque, por diversos motivos, no habíamos dejado relato de estas comidas, todas espléndidas. Ahora, aprovechando que acaban de lanzar la versión mini de su Carta, The Picoteo, en formato tapas y montaditos, compartimos nuestra última visita, este viernes, hace sólo dos días, donde combinamos tapas con platos de la Carta y de sugerencias de la pizarra, que actualizan cada día. (Ponemos entre paréntesis el formato, en cada caso). Saja River está justo enfrente de las Puertas de Tierra. Abrió en marzo de 2018, en el mismo local donde estuviera el muy popular Bar Rio Saja, en la memoria de desayunos administrativos y celebraciones muy gaditanas. Toma el actual nombre en homenaje a su precedente histórico, y convierte en fundamento gastronómico la broma de su condición de frontera entre el casco antiguo de Cádiz (Cadi-Cadi) y Extramuros, pues es conocido que muchos decimos "ir, o bajar, a Cádiz" a desplazarnos al centro. Como declarada venta fronteriza, su cocina recrea, con una calidad enorme, el recetario tex-mex con ingredientes y preparaciones gaditanas, incluyendo una atención y un conocimiento admirable de los vinos generosos de la D.O. Jerez, con joyas de las bodegas Lustau servidas por copas. (Fotos: Mercedes R.)

Quesadillas de carrillada ibérica al Pedro Ximénez y mozzarella (plato de Carta):

Salmorejo de remolacha (plato de la pizarra):

 Huevos rellenos de aguacate (tapa):

Fideuá de caballa (plato de la pizarra):

Wrap de atún mechado (tapa):

Caballa asada a las brasas Josper con Picogallo, un salpicón mejicano de tomate, cebolla, cilantro, limón y, esta versión no lo llevaba, jalapeño (plato de la pizarra). Trabajan varios platos con este horno Josper, un híbrido entre parrilla y brasa que funciona con carbón vegetal:

Jabalí glaseado (tapa):

Los dos postres los elegimos de la Carta. Empezamos con esta Tarta de queso special SAJA:

Terminamos con su Tarta de la abuela Inés, una versión de la clásica tarta de capas de galletas y chocolate (tarta de la abuela), pero usando tortas de aceite, anís y sésamo de Inés Rosales. Espectacular.

Esta es la versión mini de su Carta, con tapas y montaditos, The Picoteo:
(fotografía del Facebook de Saja River)

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Pica Pollo, pollo frito a la dominicana

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Nuestros amigos Félix, Sol y Ángel nos llevaron al Sofoke km. 12 (c/ Veinte metros, 21), en Valladolid. Un pequeño bar, bullicioso y alegre, regentado por una familia dominicana, una cocina poco conocida en la provincia gaditana. En su oferta se puede probar también, entre otros, Chicharrón y Orejitas de cerdo (en un adobo que incluye naranja agria, orégano y pimienta) con yuca o tostones (guineos fritos, que es como llaman allí a las bananas). Sólo fuimos una noche y, como son platos muy completos y contundentes, sólo pudimos probar el Pica pollo, la versión del pollo frito de la República Dominicana, que es uno de los platos más populares en la isla caribeña.



Lo que diferencia al Pica pollo de otros pollos fritos es la maceración previa -lo ideal toda una noche- de los trozos cortados en una mezcla de especias y limón o lima.

No está claro si el origen de este plato está en los inmigrantes chinos, los llamados culíes, que empezaron a llegar a la República Dominicana en la segunda mitad del XIX; o si esta influencia asiática es reciente, cuando restauradores chinos han copado allí la mayoría de estos negocios de comida rápida. Lo cierto es que, aunque no hay una única receta de Pica Pollo (como no la hay absolutamente de ningún otro plato, no nos cansamos de repetirlo), hemos encontrado en internet  recetas donde aparecen ingredientes de la cocina china tan evidente como el jengibre o el glutamato sódico, la "sal china" o Ajinomoto (por el nombre de la empresa japonesa que produce un tercio del que se fabrica en todo el mundo). Y que esas recetas chino-dominicanas tienen similitudes con las del "pollo frito taiwanés", con un macerado similar, que incluye además "mezcla 5 especias chinas", y un rebozado en harina de boniato, lo que permite un frito muy crujiente.

En las recetas más criollas no se usan estos ingredientes asiáticos. Comparando las recetas que hemos visto, en esa maceración interviene siempre el orégano, la sal, el ajo, la pimienta negra y el limón o lima. Puede llevar, además, algún ají picante, cebolla, pimentón, tomillo, comino o un poco de salsa Worcestershire. También hemos visto que, con cierta frecuencia, se añade cerveza como líquido para ligar los ingredientes de la maceración. Pasado ese tiempo para que el pollo absorba los distintros sabores, la sazón que dicen en el país antillano, se enharinan y se fríen en aceite abundante y muy caliente. Deben quedar muy hechos, bien fritos. Se acompañan con tostones, banana frita y aplastada, y ensalada.

El Sofoke km. 12:

Otro ángulo del Bar dominicano:





El Rayo Verde, vegetariano en Cádiz

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Visitamos el El Rayo Verde (Paseo Marítimo, 4, local 5), un estupendo restaurante vegetariano con poco tiempo abierto, que viene a cubrir la escasa oferta en Cádiz de esta cocina, tan saludable como divertida y apetitosa. Con vistas a la playa, abre de 9 de la mañana a 8 de la tarde para ofrecer, además de almuerzos, unos desayunos y meriendas muy completos, con tostadas (aquí, con la excepción de algún untable de origen animal, pero también aguacate o sabrasada vegana), tortitas, crepes y un amplio surtido de tartas. De momento no dan cenas.
 
Nuestro almuerzo comenzó con un refrescante (y, por fin, sin el batiburrillo apelmazado de otros que hemos comido), Poke Hawaiiano: arroz -bien suelto-, aguacate, edamame, pepino, rabanito, zanahoria, wakame y, a elegir, salmón o tofú. Se acompaña de un aliño de aceite de oliva virgen extra y salsa tamari (una salsa de soja japonesa que no lleva trigo, o lo tiene en una proporción muy pequeña; algunas marcas, como Tamari Kikkoman o Yamasa, no tienen ninguna traza de gluten).


Probamos su Revuelto de salicornia, queso y sésamo, con huevos realmente excepcionales, muy sabrosos.

Queremos destacar la calidad del pan (desconocemos quien se lo elabora), un ingrediente al que ya se le empieza a reconocer su importancia.

Terminamos los platos salados con su Arroz con chili vegano (frijoles negros y, creemos, soja texturizada):

La Carta de vinos es proporcional a la oferta de platos, con propuestas tan atractivas como este Fuentespina 7 meses Roble 2017, de Bodega Avelino Vegas, un vino de D.O. Ribera del Duero, con uvas tempranillo de cepas con 50 años, y una crianza de siete meses en barricas nuevas de roble americano. Tiene también una muy interesante oferta de combinados de zumos: Energía Total (naranja, pera, manzana y limón), Detox Morado (remolacha, zanahoria, manzana, limón y jengibre) o Caribe Mix (piña, mango, naranja y hierbabuena).

Como El Rayo Verde trabaja desayunos y meriendas tiene una estupenda Carta de Tartas (Cheesecake Triple Chocolate; Manzana, grosella crumble cheesecake o las de Zanahoria y queso o de Chocolate y naranja). Escogimos una tan poco frecuente como esta Tarta de calabacín y aguacate, realmente deliciosa:









RESTAURANTE LA PARRILLA DE MATILDE: MUY MAL SERVICIO

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Cuando iniciamos este blog, ya camino de los diez años, decidimos no hacer críticas negativas. Por supuesto, en este tiempo, hemos comido mal -o incluso muy mal- en algunos sitios, pero preferimos no hacer crónica, ni buena ni mala de esos establecimientos, porque pesaba más el respeto por el trabajo de quienes realizan un trabajo tan importante para la economía gaditana y tan expuesto al público, a veces tan difícil también. Como, en estos años, la gastronomía pública gaditana ha crecido tanto, creemos que callarse ahora ante lo que se hace mal, supone una injusticia para el buen trabajo de la mayoría que hace bien las cosas, y que callarse defectos que cualquier cliente ve (y luego cuenta en sus lugares de origen) supone propagar un daño que perjudica mucho a la hostelería gaditana. En un restaurante tan importante es que se cocine bien como que el servicio de sala haga bien su trabajo. Y si, en cambio, lo que consigue es irritar a sus clientes, el restaurante se convierte en pésimo.


Visitamos hace unos días el Restaurante La Parrilla de Matilde, entre el Paseo Marítimo gaditano y Glorieta Ingeniero La Cierva. Llegamos sobre las ocho y media, aún con pocas mesas ocupadas. Pedimos unas entradas y tres platos principales. Uno de esos platos, pulpo frito, no llegó hasta pasadas las diez y media de la noche, dos horas largas. En ese tiempo, lo reclamamos a los tres camareros distintos que atendieron nuestra mesa y a quien ejercía de jefa de sala, más pendiente de sentar nuevos clientes que de resolver el desorden evidente. Nos oían (dudo que nos escucharan) y, sin decir nada, ni disculpas por supuesto, desaparecían al ajetreo de las otras mesas. Sólo uno de esos camareros nos contó que la primera camarera había olvidado apuntar ese plato, aprovechando para despotricar de su compañera que, según nos dijo, sólo le daba problemas cada turno. Cuando llegó, el pulpo frito estaba duro y gomoso. Se quedó el plato entero. En esas dos horas largas de espera, sólo nos trajeron dos copas de vino porque nadie parecía saber qué mesa atendía. Pedimos la cuenta, proceso que tardó tres cuartos de hora más, y eso después de reclamársela directamente a la jefa de sala. Pedimos también la Hoja de reclamaciones y al ir a pagar en caja (porque seguía sin venir nadie, ni siquiera a cobrar), estaban discutiendo entre ellos si nos la daban o no, como si legalmente eso pudiera discutirse. La experiencia no pudo ser peor. Desde luego, un mal sitio.

Vin Vin´s, Comida Filipina en Cádiz

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Visitamos, con nuestra asociación gastronómica Agar Agari, el Vin vin´s (c/ Mesón, 18, justo enfrente del Pay Pay), un restaurante filipino abierto en Cádiz hace poco más de un mes. Un proyecto del cocinero de aquel país asiático Arvin Siapo y de la gaditana Angélica Primoi, que se encarga de la Sala. Se conocieron trabajando en un crucero y, en esos trayectos por mar, pensaron en asentarse en una de las escalas importantes, Cádiz; en principio, para ofrecer la auténtica cocina filipina a la tripulación de esos mismos cruceros, en su mayoría de aquel país. En el tiempo que llevan abiertos ya han comprobadso la aceptación también del público gaditano, abierto a aquel país tan vinculado a su propia historia marítima (la línea Cádiz-Manila funcionó durante siglos) y a una cocina, además, donde encontramos aún huellas de un pasado común, incluso en el nombre de algunos platos: lechón en adobo, paella (bringhe), chicharrones o longanissa.

La comida en el Vin vin´s nos pareció estupenda: muy bien cocinada, abundante, sabrosa, equilibrada, divertida. Y la atención en Sala, impecable: simpática y atenta en todo momento a lo que hiciera falta, incluyendo la sombra en la pequeña terraza que instalan en el callejón Silencio. Como Arvin procede de Ángeles (Pampanga), en Luzón, la mayor de las islas del norte filipino, su cocina utiliza mucho el cerdo. Nos contó que en las islas del sur, de mayoría musulmana, se utiliza pollo o vacuno. (Fotos: Marta S.)

Empezamos con Lumpia Shanghai, rollitos rellenos de ternera picada:

 Seguimos con sus Tallarines mixtos (pollo, gamba y verdura), con pancit bihon (fideos finos):

Luego, el plato que consideran especialidad de la casa, Sizzling sisig. Son pequeños trozos de cerdo, picados finamente y guisados con cebollas, lima y algún otro ingrediente que no cuentan. Se acompaña de arroz frito.

Seguimos con su Lechón Kawali, panceta de cerdo crujiente. Nos recordó mucho a nuestros chicharrones recién fritos.

 Probamos su Tokwa´t Baboy, un guiso de cerdo troceado, cebollas, tofu y salsa de soja y vinagre.

Terminamos los platos salados con este espectacular (gigantesco, también) Crispy Pata, un codillo de cerdo crujiente:

A los postres, nos obsequieron con esta Pampanga, como el nombre de la provincia filipina donde nació Arvin Siapo. Es un plato que combina boniatos, pastelitos de arroz glutinoso y leche de coco.

Al final nos hicimos esta fotografía de grupo a las puertas del Vin vin´s, una experiencia culinaria muy recomendable.
De izquierda a derecha: el autor de las espléndidas fotos en vinilo y cartelería que decoran el Vin Vin´s (otro filipino residente en Cádiz), Antonio Jurado, Manuel Ruiz, Arvin Siapo, Mercedes López, Guillermo Perea y Mili Pinzolas. La foto es de Marta San Millán.

Tapería Libertad Treze (Cádiz)

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Visitamos la Tapería Libertad Treze (c/ Libertad, 13, junto al Mercado Central de Abastos), en Cádiz. El local nos pareció muy agradable, muy atento su personal de Sala (se agradece cuando te van informando de cómo va tu pedido cuando coincide con otras comandas en cocina) y la comida nos gustó mucho: una Carta muy sugerente, extensa, con sorpresas que se salen de lo habitual y con platos muy bien resueltos, apetitosos. Nos decidimos por el formato tapa o cazuelita para poder probar más sugerencias.

Empezamos con este Carpaccio de calabacín aderezado con cítricos y AOVE, terminado con queso Grana Padano y orégano:

Ensaladilla de atún y huevas de bacalao a la mayonesa de azafrán:

Wok de verduritas de la huerta a los aromas de soja y vainilla:

Albóndigas de atún y panceta ibérica con salsa de boletus:

Guiso marinero de atún a la barbateña:

Ventresca de atún rojo a la plancha con setas japonesas salteadas:

Flan artesano de queso con salsa de arándanos y galleta María:

Brownie templado de chocolate y nueces con su helado casero de vainilla:





Concurso II Feria del Dulce y el Pan de Medina Sidonia

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Ayer participamos como jurado en el Concurso de la II Feria del Dulce y el Pan de Medina Sidonia. Estos son los dulces que participaron, con los premios concedidos.

CATEGORÍA PROFESIONAL

Primer Premio: Carlín (Milhojas de chocolate blanco con ganache de chocolate blanco y albahaca, curd de fruta de la pasión, cheesecake y galleta. En la parte superior lleva una esfera de chocolate blanco con núcleo líquido de especias y una teja de naranja y almendras). Presentado por Yolanda Astorga García.

Segundo Premio: Lágrima de mousse de chocolate crujiente de avellana, chocolate con leche y crema pastelera. Elaborado por Santiago Moreno Tinoco.

Tercer PremioTarta al chocolate (chocolate negro, cacao, harina de almendras, mantequilla y huevo). Presentada por José Antonio Cerpa Porta.


CATEGORÍA AMATEUR

Primer Premio: Bizcocho de moringa (bizcocho elaborado con moringa, manzanas y almendras, con láminas de almendra por encima). Elaborado por Juan Diego Marín Sanz.

Segundo Premio: Tarta cremosa de chocolate blanco (crema de coco con cardamomo y chocolate blanco, ralladura de lima, gelatina de mango con capa central de cremoso de mango, base de bizcocho Gioconda de coco y almendras y glaseado de espejo). Elaborado por Almudena Jiménez.

Tercer Premio: Carrot Cake (Tarta de zanahorias con cobertura de queso fresco, mantequilla y azúcar glas). Elaborado por Verónica García Benítez.


OTROS PARTICIPANTES
Categoría Profesional:

Pastel de chocolate blanco (base de bizcocho de boniato y corazón de crema suave de canela y trufa de chocolate blanco). Elaborado por David Fierro Rendón.


Cuatro texturas de chocolate y almendras (chocolate negro al 70% y chocolate con leche al 35%, base de galleta de chocolate, bizcocho de almendras, caramelo toffe, mousse de chocolate con leche, con glaseado de chocolate y coronado con un crujiente de turrón de Jijona). Elaborado por Ignacio Fernández Sánchez.

Categoría Amateur:

Tartitas de merengue (bizcocho genovés emborrachado con crema y cubierto de merengue tostado). Elaborado por Ángeles Muela Castillo.

Pavlova tropical (nido de merengue francés -crujiente por fuera y cremoso dentro-, mousse de coco, trozos de piña y mango cubierto con salsa de fresas). Elaborado por Loli Ortíz Verdugo.








Taller Foodie Cádiz de Cocina de Otoño para Villanova University

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Asistimos ayer, 16 de octubre, al Taller de Cocina de Otoño realizado por Foodie Cádiz (c/ San Germán, 3, junto a las murallas de San Carlos) para alumnado de Villanova University (Pensylvania), que realizan un programa cuatrimestral de Lengua y Cultura Española en Cádiz.

Comenzó Fernando Conde explicándoles al alumnado los diferentes ingredientes que se iban a utilizar en el menú que, acorde con la temporada de Otoño, consistió en Chips de boniato, Papas aliñás con caballa, Paella de arroz negro con choco y alioli y Tarta de calabaza aromatizada.


Chips de boniato:
Se corta el boniato en láminas muy finas, con mandolina (o, si no se tiene, con pelador de verduras). Se colocan sobre una bandeja de horno cubierta con papel parafinado para hornear. Se rocía con aceite de oliva virgen extra, mejor si se dispone de pulverizador.

Se hornea en horno eléctrico a 200 ªC unos 40 minutos. En Foodie Cádiz trabajan con un horno que combina la función horno convencional con la de microondas, lo que reduce este tiempo a unos 20 minutos. Ya fuera del horno, se les espolvorea Shichimi tagarashi (mezcla de 7 especias japonesas) y sal rosa del Himalaya.


Sangría:
Mientras, preparamos una Sangría: Ponemos a macerar, como una hora, fruta al gusto (manzana, gajos de naranja y de limón, etc.) en un vaso (tamaño de agua) de azúcar, dos vasos de zumo de limón y uno de ron. Cuando vaya a servirse se añade un litro de vino tinto y otro de gaseosa o agua con gas.


Papas aliñás con caballa:
Patatas nuevas cocidas que se aliñan en caliente con cebolleta, perejil, sal y aceite de oliva virgen extra (AOVE).

Utilizaron unos espléndidos Filetes de Caballa del Sur en aceite de oliva, de gran tamaño, de la tarifeña Conservas de pescados Virgen del Carmen.


Aquí, el plato ya montado:

Paella de arroz negro con choco y alioli:
Carlos de la Rosa dirigió la elaboración de este plato, empezando por resaltar la importancia del corte regular de los vegetales, en brunoise (pequeños dados), para que se hagan por igual. Comienza rehogando en la paerlla los trozos de choco, no más de cuatro minutos, pues si no se pondrían duros. (Nos contó un truco, los chocos se ponen tiernos con este rehogado muy breve; si nos pasáramos y se endurecieran, debemos dejarlos cocer unos 30 minutos, y ya volverían a ponerse blandos). Retira los trozos de choco y los reserva. Se hace entonces un sofrito de cebolla tierna, ajo, puerro (incluyendo su parte verde) y pimientos verdes y rojos. Cuando ya está hecho se añade el arroz y se remueve. Se le echa un vasito de manzanilla y se sigue removiendo hasta que se evapore completamente.


Se le añade entonces el caldo, que era de pescado con unas bolsas de tintas disueltas. Ya en su punto el arroz se ponen encima los trozos de chocos que habíamos reservado y un poco más de caldo, si queda muy seco. Las paellas se cubren con papel para termine de afinarse el arroz.


Este es el plato ya terminado, que se acompaña con un alioli (que me dejaron preparar a mí), con 2 huevos, dos vasitos de aceite de girasol, chorreón de AOVE Royal de Cazorla, (una variedad autóctona muy suave), y toque de colorante amarillo, como homenaje gaditano a la célebre mayonesa de Las Palomas.

Tarta de Calabaza aromatizada:
Paula Varela se encargó de realizar y explicarnos este postre. Pone a cocer kilo y medio de calabaza, ya pelada, junto a una cucharadita de sal y un par de ramas de canela. Ya blanda, se reserva.

Se pone en el vaso de la batidora un bote pequeño de leche condensada. Ese bote se toma como medida para los demás ingredientes y, así, se añade una "medida" de leche entera, otra de azúcar,  otra de harina y media de aceite de girasol. Se echa un sobre de levadura. Se pone a girar y se añaden, uno a uno, cuatro huevos enteros, dejando que se mezclen. A ese batido se le añaden los trozos cocidos de calabaza y la ralladura de medio limón. (Si no cabe todo en el vaso, incorporar la calabaza por partes).


Se unta con mantequilla un molde rígido (para esta tarta no sirven los de silicona). En el horno precalentado a 160 C se deja una hora aproximadamente (dependerá del tipo de horno).

Se espolvorea de azúcar glás y se corta en porciones:

















Puré libanés de berenjenas asadas (Muttabal betinjan)

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El grupo de recetas que en diversas cocinas de Oriente Medio se nombran como Muttabal, que podemos traducir como "aliñado", pertenecen a los muy variados entrantes o mezze con los que comienzan las comidas tradicionales. Consisten en distintas verduras, casi siempre con texturas de puré grumoso, con un aliño de tahina (pasta de semillas de sésamo molidas) y ajo, entre otros ingredientes. Para el médico e historiador palestino Salah Jamal, autor del espléndido libro "Aroma árabe", la muttabal betinjan, con berenjenas asadas, es la misma receta que el baba ganush (coqueto y vicioso), nombre familiar que se le da en Siria y Palestina por su textura "muy ligera y bailarina". En la receta familiar que Jamal da en su libro, aliña dos berenjenas asadas con zumo de medio limón, cucharadita de sal, 5-6 cucharadas de tahina, 2-3 dientes de ajo y unas ramitas de perejil. En cambio, para otros autores, la muttabal betinjan es un baba ganush con más especias.

Hemos realizado una de las versiones de esta receta  en el Libano, según el libro "Cocina libanesa de ayer y hoy", de Andrée Maalouf y Karim Haïdar.

Ponemos a asar en el horno a 180 ºC dos berenjenas grandes enteras sin pelar, hasta que estén tiernas pero no deshechas. Utilizo un horno con ventilación, que reduce el tiempo, y están en su punto a los 25-30 minutos. Sin ventilación, tardarían entre 45 y 60 minutos, según tamaño.


Las cortamos a lo largo y extraemos su carne, procurando no romper la piel. La hacemos puré machacando con tenedor. Si se usa la batidora es muy probable que la berenjena se convierta en una papilla líquida. En un mortero, majamos un diente de ajo (quitándole antes el germen central) y una cucharadita de sal, mezclando con el zumo de medio limón y dos cucharadas de tahina. Este majado se lo añadimos al puré de berenjenas y lo mezclamos bien.


Rellenamos las pieles de berenjena que teníamos reservadas con el puré aliñado de berenjenas. Añadimos unos granos de granada.


Variantes: 
Si se quiere más suave, añadir un par de cucharadas de yogur griego (espeso) al puré aliñado de berenjenas.
Otra con muy buen aspecto: sustituir el zumo del medio limón por una o dos cucharaditas de melaza de granada (debs remane), que ya se encuentra incluso en grandes superficies.





Una degustación de calidad gaditana en La Tinoteca

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Convocados por Charo Barrios, nos reunimos, el pasado jueves, un grupo de blogs y otros medios de difusión gastronómica de la provincia en La Tinoteca, el nombre con el que se conoce popularmente al lugar muy especial creado en Autoservicios Tinoco, (c/ Marianista Cubillo, 7, Cádiz). Realizamos allí una estupenda y muy completa degustación de productos gastronómicos gaditanos de extraordinaria calidad, guiados por nuestro buen anfitrión Jose Tinoco Carrasco.

La Tinoteca, que ha tenido recientemente una leve remodelación que la hace aún más cómoda reúne, en un mismo espacio, una tienda autoservicio de muy buenos alimentos y bebidas y un espacio con barriles para tomarlos allí mismo. No deja de ser una interesante actualización de las históricas y muy gaditanas tabernas-tienda; en su origen, tiendas de montañeses donde comprar al por menor y donde tomarse, también, una manzanilla con tapa de embutido o una lata de la misma tienda.

Por cortesía de Bodegas Primitivo Collantes, de Chiclana, y Bodegas Barbadillo, de Sanlúcar, probamos algunos de sus vinos. De Primitivo Collantes abrimos un Viña Matalian, un joven blanco seco de uvas tempranillo criadas en albarizas; su clásico Fino Arroyuelo y, para los postres, su Moscatel Oro Los Cuartillos.

De las Bodegas Barbadillo pudimos probar su Quadis Crianza 2016, un vino tinto elaborado con uvas Tempranillo, Syrah, Tintilla de Rota y Petit Verdot, también criadas en tierras albarizas.

Tuvimos ocasión de probar una selección de algunas de las mejores cervezas artesanas elaboradas en la provincia gaditana: Levante, de la cervecera Blanco y Verde, de Chiclana; la IPA (India Pale Ale) de la algecireña Cerveza Dos Mares, la artesana del Estrecho; la Winter Ale de La Piñonera, de Puerto Real; y la cerveza de bodega 15&30 IPA Sherry Cask, de la jerezana Sherrybeer.

Iniciamos la parte salada de este viaje por la provincia gaditana con las patatas fritas artesanas de Cortijo del Olivar, de Arcos de la Frontera.

Acompañamos toda la cata con los espectaculares panes que elabora Daniel Ramos en el obrador artesano La Cremita, de Chiclana. Ya toda una referencia nacional. Probamos el multicereales y un pan con cúrcuma.

Como en los montañeses antiguos, en La Tinoteca los embutidos y quesos se presentan en papel de estraza. Aquí un papelón con algunos quesos Pajarete, de Villamartín: curado y semicurado de oveja. En el mismo papel, chicharrones y carne mechá de Embutidos Gazules, de Alcalá de los Gazules.

Pasamos a la espléndida industria conservera gaditana con esta Mojama Extra (IGP Mojama de Barbate) y este Corazón de atún rojo en salazón, un producto poco conocido fuera de la zona y que acaba de salir al mercado hace pocos meses. Ambas salazones son de Herpac, la muy destacada empresa de Barbate.

De Herpac también probamos sus Banderillas de daditos de atún ahumado y queso en aceite, su Atún ahumado en aceite y sus Sardinas anchoadas en aceite.

Aquí las Sardinas anchoadas en aceite de Herpac, en su envase. Nos gustaron mucho.

Terminamos la parte salada de esta ruta gaditana con una combinación de dos conservas que venían de dos comarcas diferentes: un Solomillo de atún cocido, de la conservera La Chanca, de Conil, junto con Pimientos rojos asados en leña, de la empresa Ilipa, de Olvera.

Terminamos esta degustación gastronómica en La Tinoteca con un surtido de dulces tradicionales elaborados en Medina Sidonia por Aromas de Medina: alfajores, amarguillos y tortas pardas.

La Tinoteca nos sigue pareciendo un lugar perfecto para conocer muy de cerca lo mejor de la gastronomía gaditana. 













Confusione Pizza & Bar (Cádiz)

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Teníamos pendiente la visita a este Confusione (c/ Buenos Aires, 21), un excelente restaurante italiano, abierto desde diciembre de 2017 en Cádiz, que rebosa autenticidad. Regentado por el chef Danilo Piteo, formado en la gaditana Escuela de Hostelería "Fernando Quiñones", y con experiencia en varios restaurantes con estrella Michelín franceses y españoles; cuenta, además, con la enorme experiencia como maestro pizzero de su propio padre, Andrea Piteo, propietario de la ya desaparecida Pizzería Michelangelo.

Nos gustó mucho la Carta, en especial los platos que dan idea de la enorme riqueza de las cocinas italianas, mucho más que estupendas pastas y pizzas.

Empezamos con este Huevo a baja temperatura, puré de patata al tartufo (con trufas) y setas:

Scamorza affumicata (un queso de vaca algo más denso que la mozzarella, en su variedad ahumada), que se presenta fundido con uno de los excelentes panes con los que trabaja este restaurante:

Pedimos uno de los platos fuera de Carta ese día, estos Orecchiette  con tagarninas. Es una pasta fresca con forma de "orejitas", originarias de Apuria, la región del sur de Italia de donde procede la familia Piteo, Gallipoli.

Toda la comida la maridamos con un vino tinto Anzenas 2017, D.O.C. Cannonau di Sardegna (Cerdeña), en su casi totalidad a partir de uva Cannonau (garnacha) junto a otras variedades locales.


Probamos, a continuación, unas pizzas, de estilo napolitano, con masa crujiente y muy fina. Tienen dos grandes grupos: las tradicionales (Contradizione) y las más innovadoras (Confusione). Probamos una tan clásica como esta Capricciosa, con tomate, mozarella, jamón cocido, champiñones frescos y orégano:

Probamos dos de sus pizzas más creativas. Esta Made in Italy, con burratina (un queso fresco de pasta hilada y crema, del sur de Italia), mortadela con pistachos y rúcula:

Y esta especial, de dos mitades, que nos hicieron para completar ingredientes que se habían agotado, un detalle que habla muy bien de la frescura de los productos con los que trabajan. Esta solución nos permitió probar dos variedades distintas. Una mitad de la pizza era de Guayú (de vacuno Wagyu) y la otra mitad de Costilla de cerdo, ahumada con romero y orégano y cocida a baja temperatura:














Restaurante hindú Bollywood (Cádiz)

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Visitamos el Restaurante hindú Bollywood (Avda 4 de Diciembre 1977, local 24 Bajo A), de Cádiz. Es de reciente apertura, con la experiencia del que la misma empresa gestiona en el Centro Comercial Hércules, en Chiclana. Como suele ser habitual en los restaurantes hindúes la Carta es muy extensa, aunque está bien organizada en entrantes, distintos tipos de curry y platos vegetarianos. Nos decidimos por seguir la recomendación de la propia Carta, que destaca algunos platos como "especialidades del chef".

Como aperitivo, empiezan con unos papadum, una torta plana muy fina y crujiente, normalmente de harina de lentejas, que se toma con distintas salsas:

Nos presentaron tres salsas distintas: Raita (de yogur y menta), Keralo mango achar (mango y curcuma) y Bhuna (tomate, pimiento, ajo, cilantro y especias) :

Utilizamos estas mismas salsas para las Samosas, unas empanadillas de hojaldre crujiente con un relleno que lleva patata y guisantes cocidos, además de otros ingredientes. Las tomamos en dos variedades: de verdura y de carne.


Entre las especialidades, probamos estas Gambas Patia, cocinadas en una salsa agridulce y picante, una receta de origen iraní, que incluye tomates, chiles, cebollas y tamarindo, con otras especias.

Todos estos platos se acompañan de arroz. El Bollywood gaditano oferta nueve recetas de arroz. Escogimos este Arroz Pilau (pilaf), con zanahoria.

Igualmente, como acompañamiento (imprescindible por el salseado de los platos), se presentan hasta siete variedades de Naan, un pan plano de harina de trigo. Escogimos este Naan con mantequilla:

Seguimos con Cordero Rara, una especialidad del norte de India, en el que trozos de cordero cuecen lentamente en una salsa que incluye yogur, jengibre, cúrcuma, chiles y otras especias:

El último plato, aunque todos se comen a la vez, es este Pollo Tikka Masala, o pollo troceado y macerado en yogur, cilantro, garam masala y otras especias, que se hace en un horno tandoor (pollo tikka) y se termina en una salsa masala (salsa especiada de tomate y leche de coco).











Restaurante "Casa Pepe" (Benalup)

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Visitamos el restaurante Casa Pepe (c/ Don Manuel Sánchez, 8), en Benalup-Casas Viejas. Tuvimos una comida realmente extraordinaria, con fundamento, tradicional muy bien resuelta, con tapas y platos de ración abundantes. Según cuenta Salustiano Gutiérrez Baena en su blog "Historia de Casas Viejas", este popular establecimiento lo fundó en 1968 el asidonense José Candón, ya entonces con muchos años viviendo en Benalup, con su mujer María Sánchez llevando la cocina. Entonces aquel lugar se consideraba las afueras del pueblo pero el crecimiento de Benalup lo ha situado en su actual centro de actividad. Tras diversos avatares, con cambios de dueño, lo reabrió hace ahora justo un año, en noviembre de 2018, Nuria Candón Sánchez, hija de los fundadores. Lo que probamos nos gustó mucho. Quedó pendiente, para una próxima visita, probar las cabrillas que -las que vimos, en salsa- tenían un aspecto de lo más apetecible.

Tomamos estos Taquitos de Queso frito (tapa):

Crujiente de setas con frutos secos (tapa):

Brocheta de solomillo de cerdo ibérico (plato, en la foto ya con los trozos sacados de su pincho), con patatas fritas al momento:

Carrillada de cerdo ibérico en salsa (plato bien generoso, también con espléndidas patatas fritas):










Emblanco de morralla

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La sopa de pescado "en blanco", es decir sin ingredientes que le dieran color, es comida que solía darse a convalecientes, para reponer fuerzas sin ajetrear mucho el estómago. Aunque aún no figura el término Emblanco en el diccionario, ya lo describía en su Boletín de la Real Academia de 1989, como "un caldo de pescado fino, sin pimienta ni ningún colorante, especialmente recomendado para personas enfermas". La receta alcanzó categoría de alta cocina en la versión que hacía, a principios de los ochenta del siglo XX, el recordado restaurante Los Remos (enlace al reportaje que le dedicó Cosas de Comé), de Guadacorte, la primera Estrella Michelín de la provincia, utilizando gallineta del Estrecho y un caldo muy reducido y concentrado, casi una salsa.

Para esta versión propia del Emblanco he utilizado pescado de morralla, que es el nombre que le damos a un surtido de pescados menudos que, por su tamaño o por ser variedades poco comerciales, se venden a un precio muy económico. Utilicé un kilo de un morralla conseguida en el mercado de Abastos de Algeciras que, en esta ocasión, incluía bodiones, herrerita, jurel y besuguitos. Limpios y escamados, se prepara un fumet, poniéndolos a hervir 20 minutos (más tiempo amarga el caldo) con una cebolla, tres o cuatro dientes de ajo, perejil abundante, ramita de apio, la parte verde de un puerro y un tomate.

Colamos ese fumet de morralla, desechando los vegetales utilizados. Sacamos aparte los pescados y les sacamos trozos de carne, limpia de espinas, que reservamos.
Cortamos tres o cuatro patatas y un tomate en rodajas, y en trozos más pequeños la parte blanca de un puerro y dos zanahorias. 

Ponemos a cocer todas las verduras, menos el tomate, en el fumet de pescado de morralla, junto a un chorreón de aceite de oliva virgen extra, hasta que esté casi tierna la patata, unos veinte o veinticinco minutos.

Añadimos entonces un par de puñados de arroz y ponemos entonces las rodajas de tomate. Dejamos hasta que esté tierno el arroz, unos quince minutos. En los cinco últimos minutos añadimos los trozos de pescado (morralla) limpio de espinas, que habíamos reservado.

Este es el Emblanco de morralla, ya servido en el plato:




Tortilla de pescadilla

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Seguimos con cocina de restos. En este caso aprovechamos una pescadilla o pescada, que es como llamamos en Andalucía a las merluzas medianas, de menos de dos kilos, que habíamos utilizado para preparar un fumé de pescado, cociéndola 20 minutos con unas verduras (cebolla, tomate, ajo, puerro, apio). Se podría hacer esta misma receta con restos de cualquier otro pescado cocido. Con la carne desmenuzada podemos preparar croquetas, ensaladillas, patés, tortitas de masa, sándwiches con lechuga y mayonesa, etc. Hoy probamos esta tortilla de pescadilla, que también podría llevar unas patatas fritas en taquitos, pero que probamos en una versión más sencilla.

Hacemos un sofrito, en un poco aceite de oliva virgen extra, de una guindilla (si queremos que no pique, no la ponemos, pero le da su gracia), media cebolla, dos dientes de ajo y un pimiento verde, todo muy picado. Hacemos hasta que la cebolla esté tierna.

Añadimos la carne de la pescadilla y la rehogamos con el sofrito, tres o cuatro minutos, que coja el gusto del aceite y las verduras.

Batimos cuatro huevos y le añadimos, aún caliente, la pescadilla y el sofrito. Fuera del fuego, picamos muy fino un buen manojo de perejil, y se lo añadimos a la mezcla. Removemos. Dejamos que repose y empape todo unos minutos.

Cuajamos la tortilla al gusto, dando la vuelta (como si fuera una tortilla de patatas), para que se haga por los dos lados. Esta es la tortilla de pescadilla ya en el plato.


Seco de ternera en Bar El Antojao (Algeciras)

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Visitamos el Bar Cafeteria El Antojao (Pza Andalucía, local 1F2), un buen local donde conocer la riquísima cocina latina. Los platos cambian cada día, y se alternan especialidades de diferentes lugares del Centro y el Sur americano. Podremos encontrar platos como el Olluco picante (un tubérculo más suave que la papa), Chicharrones, Sopa de maní, Bistec a lo pobre, Chairo (sopa con chuño), Picante mixto (un guiso con varias carnes y ajíes), Humintas (pasta de maíz envuelta en hojas de mazorca), Empanadas salteñas (llevan patata) o incluso las populares Salchipapas. También tienen un buen surtido de cervezas y refrescos latinos, junto a batidos naturales de frutas como la guanábana o la maracuyá.


El día que fuimos, ofrecían como platos del día Barbacoa de carnes, Caldo Kawi y Seco de ternera, que es el plato que escogimos. Son raciones muy abundantes, pensadas como plato único. Dejamos para otra ocasión el Caldo de kawi (es decir, de pecho de vacuno), un caldo boliviano que, nos dijo, es parecido a nuestro puchero. Lleva, además de la carne, huesos, papas, arroz y verduras como apio o habas.

Los guisos llamados Secos se dan en las cocinas de Perú y de Ecuador. Son guisos de consistencia espesa, en los que la carne se cocina, con especias, en algún líquido ácido. Se preparan de vacuno, pollo, chivo, pato o cerdo. También se conocen secos de pescados o mariscos.

La diferencia más visible entre los Secos de un país u otro es la guarnición que acompaña al guiso. En los dos países lleva arroz, pero mientras en Ecuador añaden plátanos fritos y aguacate, en Perú se acompañan de alubias. El que probamos en El Antojao es de tipo peruano. En las recetas que he consultado lleva un sofrito de cebolla, ajo, cilantro, comino, cúrcuma (palillo) y ají mirasol, un ají amarillo secado al sol. Ahí se rehoga la carne y se cubre con chicha de jora, una bebida fermentada de maíz malteado. Esta bebida puede sustituirse, según explica Gastón Acurio, el gran cocinero peruano, por cerveza negra o por vino blanco. El guiso incluye papas, guisantes y zanahorias. Aquí la receta completa del Seco limeño de carne según Gastón Acurio.


Conferencia de María Luisa Ucero sobre habichuelas hinchonas

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Acudimos en el Ateneo de Cádiz a la conferencia que, el pasado martes, 26 de noviembre, ofreció María Luisa Ucero, coordinadora del programa de gastronomía de la entidad, sobre las habichuelas hinchonas, que es como se conocen en Grazalema a las judías que se comen frescas, sin secar. El nombre de hinchonas es porque están "hinchadas" por la mucha humedad que conservan aún. Son las populares pochas de Navarra y otros lugares del norte de España. Si bien la variedad más abundante en el Norte es la redonda o de boja, mientras en el pueblo de la Sierra de Cádiz la habitual es la alubia riñón o arriñonada.

Comenzó por contar que las hinchonas acababan de ser incluidas en el Arca del Gusto, catálogo de alimentos o productos de todo el mundo en peligro de desaparición, creado por la organización internacional Slow Food. María Luisa Ucero publicó por primera vez la receta del potaje de habichuelas hinchonas en su blog, Cocinando al potopó, en septiembre de 2014, recogida pocos días después en la web de Raíces de Grazalema. Son judías frescas que alrededor del mes de octubre alcanzan su madurez y mayor tamaño. Tiene una temporada muy corta, aunque congelan bien.


Para el desarrollo de su charla, utilizó tanto bibliografía de donde el producto es más conocido, Navarra, y en especial del municipio de Sangüesa, como las información oral que le han ido proporcionando agricultores de Grazalema.  En especial Juan Pérez Soto, de 70 años, tercera generación de agricultores cultivando este producto, y su mujer, María López Naranjo, en las recetas. Actualmente, sólo tres familias emparentadas entre sí se dedican a esta siembra.



Se siembran de mediados de julio a mitad de agosto. Lo que permite recolectarlas, en la zona, desde principios de septiembre hasta octubre, siempre en función del tiempo que haga, con los terrenos húmedos, con riegos entre dos y cuatro días. En el Norte se recogen antes: en Pamplona empiezan a aparecer por San Fermín; en Sangüenza, por agosto. No son muy productivas: por cada kilo de siembra producen unos 25 o 30 kilos. Debe mantenerse la  humedad, según los terrenos, con riegos entre dos y cuatro días. 

Esta recolección es mata por mata, cuando las hojas se vuelven pardas y las vainas pochas o blancas. A veces se tarda hasta dos semanas. y hay que desgranarlas manualmente, dando cuatro o cinco granos por vaina.  Deben consumirse enseguida, antes de que germinen, pues no duran más de dos o tres días en nevera. Estas condiciones hacen que su precio de mercado sea elevado, sobre los 10 euros/kg. Aunque en la propia casa de los agricultores las venden a 3.50 .euros/kg.


Tras repasar el inmenso valor nutricional de estas legumbres (que, en realidad, deben considerarse verduras, pues se consumen frescas), María Luisa Ucero pasó a hablar de las distintas formas de cocinarlas. No necesitan remojo, pues ya están tiernas. Según el cocinero Martín Berasategui, las pochas deben ponerse en agua fría y no debe empezar a borbotear hasta pasados 25 minutos, para que así puedan hidratarse poco a poco y vaya enterneciendo; después el hervor debe ser suave, entre 25 a 30 minutos, para que no se revienten ni despellejen.

Se utilzan en potajes, cremas, ensaladas o, incluso, como helado (Heladería Lerma, en Estella). Terminó María Luisa Ucero dando dos recetas, elaboradas por ella misma: una crema de pochas con coliflor y judías verdes, y un guiso de hinchonas con panceta al vino (tinto o blanco, que ambos les van bien), según las prepara María López Naranjo con las pochas que recolecta su marido. 


GASTRONOMÍA SOSTENIBLE

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Quizás la constatación de que un problema comienza a solucionarse cuando somos capaces de hablar del mismo, mucho mejor con el lenguaje sencillo de los ejemplos, sea la principal conclusión de estas Primeras Jornadas de Gastronomía Sostenible, organizadas por la Diputación de Cádiz, y tan bien coordinadas por Mercedes López y Carlos Goicoechea. La dieta de un pueblo habla de su bienestar, de su adaptación al entorno, de sus habilidades para aprovechar los recursos disponibles, de su sabiduría para no olvidar lo aprendido, de sus muchas herramientas de supervivencia y disfrute. Todo eso que llamamos cultura (o identidad, o tradiciones), que construimos básicamente para vivir mejor y ser felices. La prosperidad en un sentido amplio que no renuncie al propósito de incluir a toda la sociedad.


Una prosperidad que se pueda mantener en el tiempo y que no se gaste en un único uso. Sostenible. Lo denunciaba Raimundo Díaz Arcedo, secretario de JARIFE (Asociación de Mariscadores de Corrales de Chipiona), cuando evocaba con nostalgia el tiempo en que había que andar con cuidado por los corrales de pesca para no pisar los abundantes chocos pequeños, para dejarlos que crecieran: hemos esquilmado nuestra pesca, todos los caladeros nos temen, dijo. Ya apenas entran peces grandes a los corrales porque hemos acabado con los pequeños crustáceos que los alimentaban. Por una mal entendida cultura del ocio, hay quien disfruta llevando a sus hijos a mariscar camarones y pequeños cangrejos en los roqueos, animales vivos que acaban muertos en un cubo de playa. Propuso regular el uso de los cazamariposas empleados como redes camaroneras, mientras se avanza -imprescindible- en educación.


En estas Jornadas se ha desgranado con detalle lo que amenaza esa prosperidad social, pero son los discursos más sencillos los que mejor han expresado lo que nos jugamos. El cocinero de Algodonales Miguel Herrera, coautor con Irene Golden del libro Despensa de recuerdos habló, mientras hacía una familiar sopa de tomate, de no perder el sentido común de lo que nos conviene, esa lógica de la gente de a pie. Nos conviene comer mejor. La Organización Mundial de la Salud alerta de que, ya, seis de cada diez enfermedades están relacionadas con la alimentación. Berta Alonso, de Verduras Revolución, contó como el interés básico de comer mejor y más saludable animó a algunas personas a organizarse como grupo de consumo, cuando conocieron el trabajo de dos jóvenes agricultores, ella misma y Joaquín Hidalgo, que empezaban a cultivar sin químicos una pequeña finca en el término de Puerto Real. Cuando conoces a los productores se refuerza la implicación. Sabemos de dónde viene lo que comemos. Ya son más de sesenta familias de tres poblaciones de la Bahía de Cádiz, con diez hectáreas de cultivo ecológico en el Cortijo Guerra.


Productos de proximidad, consumidos en su temporada natural. Como los que cultiva Paco Blasco, de Alma de Tomate, en su huerta roteña: más de setecientas variedades de tomates, setenta de pimientos, tubérculos tan poco conocidos aquí como los ollucos o el crosne. Recuperar la diversidad, la agricultura tradicional que combate las plagas con aliados de la Naturaleza como hongos, bacterias y depredadores naturales. Diversidad que también se ha perdido en el recetario, tan empobrecido, ya sin ese patrimonio cultural que permitía variar las preparaciones para comer bien y distinto, aunque los ingredientes se repitieran durante toda su temporada. Muestras de las propias herencias recibidas, del aprendizaje familiar, nos dieron los cocineros Luis Alberto Ramírez, colombiano de la planicie de Neiva, ahora chef en Musalima, que convirtió unas papas moradas y amarillas en un falso nigiri de causa limeña. O Juan Gallardo, chipionero ejerciendo en su Casa Juan, que le puso salsa de ortiguillas y brecol a un pescado tan de sus mares como la corvina. O Miguel Ángel López, un virtuoso que habla con sus platos, siempre alrededor de los productos del paisaje de esteros de la Isla donde cocina, en su Bodegón de Miguel, y que nos ofreció una rebanadita de pan con tomate y orégano que acogía encima una salazón de lisa, como las que ya preparaban los antiguos romanos, y una mermelada de algas. Cocineros que modernizan la tradición, sin perderla. Cuánta sostenibilidad cupo en sus platos.


Amanda Rivillas, también de Verduras Revolución, habló del poder que tenemos como consumidores para comer sano: cada vez que compramos emitimos un voto sobre cómo queremos nuestra alimentación, elegimos un modelo de consumo, responsable o irresponsable. No puede ser más cara la comida industrial que la saludable, dijo Concha Becerra, de Justicia Alimentaria. Ocurrió, añadió, hace unos treinta años, cuando la alimentación pasó de ser un derecho a ser una mercancía. Y, como tal, a regularse con criterios de inmediato rendimiento económico. No puede tener, dijo, la misma fiscalidad un pan de molde que una multinacional elabora en una fábrica centralizada en un polígono a cientos de kilómetros, que el pan que elabora una pequeña panadería del pueblo donde se consume. Si se centraliza la producción, para que le sea más rentable a las grandes marcas, los pueblos pierden sus pequeñas industrias, su comercio, su economía. Y sin economía se despueblan. Se están vaciando los campos, las sierras, los pueblos pequeños.


Frente a esa industrialización de los alimentos está el trabajo de quienes mantienen las técnicas tradicionales, más lentas, más caras, más saludables. Juan Antonio Cerpa, hijo y nieto de panaderos en Chipiona, dijo que sólo hacía pan, con buenas harinas, con sus fermentos, con su tiempo necesario para que tengan una fermentación reposada. Nada menos que hacer buen pan. Es esa sencilla naturalidad que también defendieron Dani Ramos, o Daniel Jiménez, o Pepi Martínez, innovadores y artistas creativos al frente de negocios que ya iniciaron sus abuelos. Son panes y dulces que, en su tradicionalidad, también son sanos. Porque no siguen fermentando en el estómago, como los panes precocidos antes de congelarlos, tan indigestos; ni llevan esos aditivos que necesitan para mantenerse: blanqueantes, oxidantes, emulgentes o antifúngicos que terminan provocando intolerancias y enfermedades digestivas.


La salud, tantas veces compañera del mejor sabor, es también razón sobrada para escoger un aceite de oliva virgen extra, como los que se elaboran en la Sierra de Cádiz, tan bien defendidos por Lola Ortega. Aceites frutados y sin defectos, que también tienen que pelear con etiquetados fraudulentos, tramposos, que ocultan en la letra pequeña que han sido refinados a partir de orujos o aceites lampantes defectuosos; que inventan calidades de intenso o suave para tapar la cantidad de aceite virgen con la que maquillan el sabor de esos refinados insípidos. Hubo que hablar, de nuevo, de precio. Una batalla desigual: producir aceite en zonas de montaña (150-200 árboles/hectárea) cuesta sobre los 2.70 euros/litro, frente al euro/litro que cuesta el aceite en intensivo (1000 árboles/hectárea), con mucho gasto de agua y recogida mecanizada. Dan aceites planos, que se enrancian antes. Si se los compran a dos euros, cultivar olivos en montaña significa trabajar con pérdidas. Un desequilibrio donde los productores siempre pierden frente a las grandes cadenas de distribución. Valor y precio.


Un condicionante que también trató Consuelo Guerra, de Suralgas: la materia prima tiene un valor. Trabaja un recurso nuevo en nuestra alimentación, que hay que extraer en esteros limpios, controlados de contaminantes metales, y lavar, depurar y esterilizar de microorganismos. Una recolección sostenible: recogen solo las algas que van a tratar, las puntas tiernas de las salicornias en un recorrido programado por la salina que les dé tiempo a regenerarse. Organizarse para que el recurso no se agote. Con tratamientos que respeten su consistencia, aplicando en su caso deshidrataciones que conserven su textura blanda, apetitosa, muy distinta a las algas que hemos conocido antes, tostadas y duras, con un sabor quemado, más baratas claro. Concha Becerra habló de Soberanía Alimentaria, que supone no sólo el derecho a comer suficiente y saludable, sino también el poder decidir sobre los alimentos y la forma de prepararlos de la propia cultura, con una producción socialmente sostenible. Ya lo había dicho Amanda Rivillas: el tiempo invertido en alimentación es tiempo invertido en una misma. Esa acción individual, tremendamente poderosa en su coordinación, solidaria en su esencia, hace crecer la prosperidad social. Lo hemos visto en los ejemplos.
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