Entre los distintos expositores de la XXV Feria del Belén de Sevilla, abierta junto a la Catedral hasta el próximo 23 de diciembre, nos impresionó la calidad y el detalle de estas miniaturas de objetos cotidianos relacionados con la comida.
En la representación popular que los belenes hacen de la Navidad es frecuente mezclar paisajes (nieve en el desierto), perspectivas (gallinas más grandes que una casa), faunas (camellos con llamas) y siglos (ropas medievales, molinos del XIX), para construir un escenario donde la imaginación hace hermosa realidad lo imposible.
En ese sentido, todos los belenes son construcciones de la mejor fantasía. Pero mis preferidos son los belenes localistas que rodean la escena bíblica de la Natividad de un paisaje costumbrista que, con ropas, utensilios y comidas reproduce un imaginario ideal, rural y antiguo, féliz por supuesto, donde nos reconocemos más aún que en la propia realidad.