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Puerta de Doñana

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Visitamos parte de la zona sevillana del Parque Natural de Doñana, en el margén derecho del Guadalquivir, en una jornada dedicada principalmente a atisbar aves, aunque también hubo tiempo para probar el mosto y la comida de la comarca de Doñana. Una visita a la que me sumaron, lo que les agradezco enormemente, mis amigos Pilar y Juan Antonio, del blog Tubal, y que nos organizó el arqueólogo Manuel León, a quien conocimos a través de su trabajo de recuperación de los vinos romanos antiguos, en Baetica. Manriqueño de nacimiento y pasión, es un buen conocedor de estas aves y estos parajes desde su infancia, Manuel nos adentró por cerca de cien kilómetros de pistas para encontrar verdaderas joyas ornitológicas, como la espléndida y rara grulla imperial, o una colonia de miles de ánsares agrupándose antes de su migración anual hacia las cálidas tierras africanas.

Empezamos por el Centro de Visitantes "José Antonio Valverde", en Cerrado Garrido, marismas de Aználcazar. Allí, además de obtener una visión global del Parque, incluyendo la visión de un audivisual, se organizan visitas guiadas.


Continuamos nuestra excursión por carriles que se adentraban en esta zona de marismas. Por la falta de lluvia, muchos de estos parajes no tenían el agua que suelen llevar en este tiempo, cuando están completamente inundados. Aún así, observamos una gran riqueza de aves. Vimos un águila pescadora, otra ratonera, con su presa aún entre sus garras, y otros rapaces como bastantes milanos y algunos cernícalos, pequeños del tamaño de una paloma. También disfrutamos, ya en la cerca que separa el Parque Natural del Parque Nacional de Doñana, el vuelo de varias bandadas de grullas. Y, en otro paraje extraordinario, la ya citada agrupación de miles de ánsares para preparar su migración anual.

Tras la mañana, llegamos a Villamanrique de la Condesa, donde realizamos una breve parada en una vieja bodega, lagar y almazara de aceite del siglo XVIII, hoy convertido en El Colmao, un interesante café y bar de copas con actuaciones en directo. Como nos dijo Manuel León, puede distinguirse este tipo de edificios por la construcción que tiene en su tejado, para albergar el contrapeso del molino de aceite.

La sevillana Villamanrique de la Condesa está casi en el límite ya con la provincia de Huelva, y debe su nombre a la condesa de París, hija de los duques de Montpensier, que compró a mitad del siglo XIX la gran extensión de terrenos de este municipio, entre Gatos y la aldea del Rocío. Es célebre por ser la primera y más antigua Hermandad del Rocío y, como tal, recibe en esta población a las demás. Un azulejo recuerda al cazador manriqueño Gregorio Medina que encontró la imagen de esta virgen escondida dentro de un acebuche, entrado el siglo XV. En la imagen anterior (abajo a la izquierda) puede observarse la antigua casa de labor, del siglo XVI, en la que el duque de Montpensier montó la segunda fábrica de electricidad de España.

 A  continuación visitamos la vieja Bodega del Bolero, con doscientos años de antigüedad.


En la sala donde aún se conserva el viejo lagar donde se prensa la uva para obtener el mosto, se preparaba un perol de guiso de carrillás de cerdo. 

Pudimos probar el mosto del año, recién obtenido. Como nos contó el dueño de esta Bodega, lo elabora a partir de uvas airén, macabeo, garría y zulema. El resultado, un vino salvaje (según la afortunada expresión de Pepe Monforte) con unos diez grados y medio, y una muy agradable acidez en boca, a uva verde. Muy fácil de tomar.


Para la comida, nos desplazamos al restaurante El Mesón de Gatos, en la carretera de Villamanrique al Rocío. Buena comida casera, de la que probamos unos pescaítos platinos (chanquetes chinos) con pimientos asados y huevos fritos; venado guisado y unas cachuelas (hígado) de conejo a la plancha.


Continuamos la excursión con parada, para el café, en el muy hermoso complejo hostelero de Ardea Purpurea, que incluye restaurante, hotel y chozas de alojamiento, en el camino Vereda de los Labrados, en dirección a los extensísimos pinares cerca de Villamanrique donde, nos contó Manuel León, pueden llegar a verse algunos linces que salen del Parque Nacional en busca de comida. Hicimos una parada en el célebre Vado del Río Quema, paso obligado de entrada al Rocío y lugar donde se "bautizan" quienes acuden por primera vez a la romería. Este Quema, en realidad no es un río sino un vado natural del río Guadiamar, que toma su nombre de la finca donde se encuentra.

Foto grande (arriba, derecha) posamos delante del Vado del Quema. 

Acabamos la jornada, hasta apurar las últimas luces del día, en el Centro de Visitantes Dehesa de Abajo, Reserva Natural Concertada en el término de Puebla del Río. Aquí puede observarse la mayor reserva de cigüeñas de Andalucía. Además, vimos cigüeñelas y flamencos rosas.

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