Participamos, el pasado jueves 22, en la lectura y ágape homenaje a Manuel Vázquez Montalbán (amplio reportaje de fotos del acto), organizada por la Asociación de Personas Lectoras de la Provincia de Cádiz y la Fundación “Carlos Edmundo de Ory”. El acto se celebró en el patio del Centro Cultural Reina Sofía con dos partes diferenciadas. En la primera, con el público distribuido en semicírculo para resaltar la cercanía que daba sentido a todo el homenaje, se leyeron poemas de este autor.
Quizás sea la poesía la parte menos conocida de su obra, más popular como novelista que aunó éxito y calidad. Incluido –por proximidad generacional y geográfica- en la célebre antología del crítico catalán Josep María Castellet, Nueve novísimos poetas españoles (1970), su poesía siempre fue más social que la de los otros poetas de la antología. Menos interesado en la experimentación personal que en la exposición, lo más desnuda posible, de la realidad. Frente a la interiorización de emociones, Vázquez Montalbán hacía una poesía de exteriores. Con la música como educación sentimental, parafraseando el título de uno de sus ensayos.
Incluyo dos de los poemas que fueron recitados por amigas y amigos de la Asociación de Personas Lectoras de la Provincia de Cádiz.
Se vive solamente una vez,
hay que aprender a querer y a vivir
cuando no es tarde aún para creer
propicio el día venidero
menos duro
el adoquín, menos oscura la noche,
incierta la tristeza
a veces bastan
dos páginas de un libro para creer
eterna la eternidad, eternos
tus besos
siempre entre el recuerdo y la esperanza
nunca morirás, nunca moriré despacio
como aquellos días de verano, lejano
parecía eternizarse el balandro
tu cuello
nunca cerrará el día con un no blanco
en el agua
nunca te ahogarás, nunca me dirán
que algún mar haya disuelto un áncora.
(Una educación sentimental - Ars amandi)
SU PIEL ANCIANA BIEN CUIDADA
El verdugo ha envejecido
pasea a sus nietos
por el parque
da alpiste a las palomas
posa frente al flash de incienso
su piel anciana bien cuidada
sonríe con placidez de obra cumplida
busca
la nada fugitiva de los remansos
recuerda bien
miente incluso olvida
y hasta sus víctimas
desenlutan el odio
sólo a veces el verdugo se pudre
en las venecianas aguas de mi espejo roto.
(A la sombra de las muchachas sin flor – Poemas del terror)
La segunda parte del acto, tras un biombo que creaba un espacio más personal e íntimo, combinó la lectura de fragmentos de la prosa culinaria de Vázquez Montalbán con una generosa merienda con algunos platos inspirados en las abundantes referencias gastronómicas incluidas en sus novelas; en especial, las que protagoniza Pepe Carvalho, ese gourmand viajero curioso que progresivamente, a medida que se fueron sucediendo los títulos de la serie, fue volviéndose un comedor práctico, descreído de los excesos del fundamentalismo gastronómico.
Incluyo un fragmento de la prosa que leímos esa tarde. Éste de su libro, El Balneario:
"¿Cuándo llegaría ese momento en que, de hinojos ante la magnificencia del valle del Sangre, él, Pepe Carvalho, emponzoñado por el bacalao al pil-pil, las pochas con almejas, las patatas con chorizo a la riojana, el brioche con foie-gras al tuétano, el arroz a la tinta de sepia, el pan con tomate alcahueta de tantas meriendas arbitrarias, el arroz con bacalao, el pudding de merluza y mejillones de roca, última especialidad con la que aún pugnaba Biscuter, pediría perdón a los dioses de la Dietética? Y qué decir de la bebida. Cuando volvía la vista atrás, Carvalho se veía en la necesidad de atravesar un lago de orujo helado y después remontar un río de vinos blancos de entre horas, obsesiones periódicas por unos o por otros que le habían llevado a una última devoción por el Marqués de Griñón, no sabía si por la indudable calidad del vino o como intento de aproximación tangencial y platónica a la señora marquesa, de soltera Isabel Preysler, Lou von Salome filipina que al igual como su predecesora había coleccionado a Nietzsche, Rilke y Freud, ella traducía aquella tríada gloriosa a tiempos de posmodernidad y la dejaba en Julio Iglesias, el marqués de Griñón y un ministro de Economía que por ella dejó la familia y el control del Presupuesto General del Estado".
En la mesa del ágape, entre finos de Jerez Tío Pepe, embutidos y quesos extremeños, picadillos, tortillas y ensaladas varias, mujeres y hombres de la propia Asociación de Personas Lectoras de la Provincia de Cádiz habían preparado tres de los muchos platos citados por Vázquez Montalbán: Pan de payés con tomaca, Pudding de merluza y mejillones e Higos a la siria, tal como aparecen en El delantero centro fue asesinado al atardecer, rellenos de nueces y cocidos en zumo de naranja. Espectaculares, claro.